LA PRIMERA QUIMIOTERAPIA

¡Holi!

Ahora si me tarde en escribirles porque aunque no lo crean, he tenido unos días de locos, entre que mi doctora se jubiló y no había médico nuevo para aplicar las quimioterapias, pues se volvió todo un rollo, pero afortunadamente ya todo en orden.

Actualmente estoy a una quimioterapia de terminar mi tratamiento (súper yeiiii 🙌🏻) y aunque no ha sido fácil, la realidad es que tampoco me ha resultado complicado llevar todo este proceso, así que comienzo por contarles cómo inició esta travesía del tratamiento.

Había pasado ya mes y medio desde mi cirugía, estaba bastante recuperada e incluso había regresado a laboral unos días, pero en mi hospital seguían sin darme mis resultados de patología, los cuales eran necesarios para que pudiera solicitar cita en oncología médica y pudieran programarme el tratamiento correcto, entonces si no había resultados, no había cita, y sin cita no había tratamiento.

Casualmente la doctora con la que me debían canalizar se encontraba de vacaciones (si, era periodo vacacional de invierno) y no sabían cuando podría atenderme ya que también se encontraba en proceso de jubilación. Por azares del destino (o como yo lo veo, “gracias a Dios”) el primo de una amiga (para no decir nombres) nos ayudó para que la Dra. me atendiera aún estando de vacaciones y NUNCA podré dejar de agradecer por esto.

El 28 de enero me recibió la doctora, cita en la que yo esperaba se me explicara el tipo de tratamiento que recibiría y a partir de cuándo. Después de analizar mis estudios y resultados de patología, la doctora me explicó que el tipo de cáncer tenía un alto índice de recurrencia, que el tratamiento “estándar” para este tipo y etapa, eran 6 quimioterapias, pero que para prevenir que regresara más adelante, ella me indicaría 8, que si bien era un tratamiento más largo, esperaba que sirviera para que no apareciera nuevamente. “1 quimioterapia cada 21 días

Y pues ya que la habíamos hecho regresarse de sus vacaciones, me dijo que no tenía caso que me agendara una cita para después, que haríamos que valiera la pena así que me darían la primer quimioterapia en ese momento, así, sin decir “agua va” (a eso le llamo bendición). Una de mis principales dudas era sobre las famosas NÁUSEAS, porque para serles sincera, siempre me ha dado pánico eso de vomitar, creo que no podría haber sido bulímica. Le pregunté a la doctora si saliendo de ahí iba yo a decir “paren el carro que me vomito” y después de verme con unos ojos de “ay chamaca qué exagerada” su respuesta fue “Todos tus pensamientos influyen en tu tratamiento. Hay quien no siente náuseas y hay quien sale vomitando desde la primera vez. Si tú crees que te va a pasar así, entonces seguramente te pase”. Yo coincidía completamente en eso de que los pensamientos influyen, así que sólo respondí “no me va a pasar así”.

Y ahí, sintiéndome más nerviosa de lo que nunca me había sentido en la vida, me senté a esperar junto a mis hermanas y mi papá (mi mamá me insistió para ir y le dije que no era necesario, que solo sería una consulta, ja! Pobre ingenua de mi, ¡perdón mami!).

Este es el lugar en donde me aplican las quimioterapias.

Me recibió una enfermera de nombre Estela, que para mi es un ángel porque le expliqué que me daban pánico las agujas, que mis venitas siempre han sido muy delgadas y batallan mucho para sacarme sangre, y no saben la tranquilidad que me hizo sentir. Me trató con todo el cuidado del mundo, no sentí nada de dolor ni molestia, ¡nada feo! Me explicó que el tratamiento duraba aproximadamente 4 horas, y que con el paso de los días podía presentar efectos secundarios como náuseas, vómitos, alteraciones en el sabor de los alimentos, falta de apetito, llagas en la boca, uñas oscuras, cansancio, y por supuesto la pérdida de cabello, la cual sería paulatina, y me dijo que para la siguiente quimioterapia ya debía ir con mi cabello corto para que este proceso fuera más sencillo para mi.

Las cuatro horas se me pasaron rapidísimo, les mentiría si les dijera que sentí algo distinto a cuando te ponen suero vía intravenosa, porque la verdad es que no sentí nada. Salí de ahí tan bien como entré y recuerdo perfectamente haber pensado “si así van a ser todas, yo voy a poder con esto”.

Pasaron dos semanas (14 días) después de la primera quimio y yo no presentaba ningún efecto secundario, estaba incrédula pero me sentía bien. Fue un 11 de febrero cuando noté que mi cabello se comenzaba a caer, y no poco, se me estaba cayendo a pedazos. Siempre he sido una persona con MUCHÍSIMO cabello, así que supongo que la caída era proporcional a mi cantidad. Si les soy honesta me impresioné pero no me dio miedo, comencé a jalar una bolsita de plástico en mi bolsa de mano, para no andar dejando cabellos tirados por todos lados. Al día siguiente fui con mi estilista fav y me lo corté chiquito, como al hombro. No saben lo que ayuda cortárselo, fue como si de repente empezara a caerse menos.

Mi bolsita guarda cabello. 🤗

Además de la caída de cabello, recuerdo haber padecido mucho insomnio por las noches, pero ahora que lo pienso creo que era por estrés, por asimilar todo el proceso que se me venía encima.

Y pues hasta aquí la experiencia con la primera quimio, en el próximo post les contaré de la segunda y la rapada de cabello.

¡GRACIAS POR LEERME!

Les dejo besos. 💋

Un comentario sobre “LA PRIMERA QUIMIOTERAPIA

  1. Ay mi vida no sabes como agradezco a dios la entereza que te sigue dando y como a estas alturas sigues teniendo una actitud tan positiva que sin lugar a dudas ha hecho que todo sea menos difícil,no dejaré de decirte y tratar de demostrarte,cuanto te amo y lo orgullosa que estoy de ti y de que seas mi hija ,juntas siempre las barbiachita,te amo mi bonitiky.

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